jueves, 2 de mayo de 2013

LA INVASIÓN DE RUSIA

LA INVASIÓN DE RUSIA
En su obra "Mein Kampf", Hitler había expresado la necesidad de invadir la Unión Soviética, para erradicar el comunismo y apropiarse de sus recursos económicos. El 22 de junio de 1941 se ponía en marcha la "Operación Barbarroja", nombre con el que se designó la invasión. Los alemanes establecieron tres objetivos fundamentales que fueron asumidos por tres cuerpos de ejército. El del Norte, que buscaba la conquista de Leningrado (actual San Petersburgo), el del Centro, que apuntaba hacia Moscú (la capital), y el del Sur, cuyo objetivo era Kiev (capital de Ucrania).
Las operaciones deberían haberse concluido antes del invierno, pues los ejércitos alemanes (3 millones de hombres) estaban preparados tan solo para una guerra de unas pocas semanas. El Alto mando alemán preveía que los ejércitos rusos, tomados por sorpresa, fácilmente se desmoronarían.
Stalin asistió con sorpresa a la inesperada invasión y tardó algún tiempo en reaccionar. Los grupos de ejército alemanes avanzaron sin grandes obstáculos por las estepas rusas con su habitual celeridad. Causaron enormes pérdidas al ejército soviético y capturaron cientos de miles de prisioneros. Para frenar el avance germano, Stalin ordenó consumar una estrategia de "tierra quemada". Con ello lograría dificultar a los alemanes su abastecimiento durante el invierno. Numerosas fábricas fueron desmanteladas y trasladadas enteras más allá de la cordillera de los Urales, en la zona asiática de Rusia. Allí se volvieron a poner en funcionamiento para contribuir a la contraofensiva, prevista para el invierno.
El 8 de septiembre de 1941 los alemanes pusieron cerco a Leningrado, éste se prolongaría durante 900 días, hasta 1944. El día 16 de ese mes, sus ejércitos envolvieron la región de Kiev y, en el mes de diciembre, se apostaron frente a las puertas de Moscú.
La resistencia de Leningrado.
"La ciudad, con una parte de la población evacuada, quedó totalmente rodeada a partir del 8 de septiembre, a excepción de un pasillo por el lago Ladoga. Empezó entonces un asedio de novecientos días, que ninguno de los adversarios había previsto [...] Para aumentar el hambre de la guarnición, Hitler prohibió la salida de la población. El abastecimiento solamente llegaba por el agua, luego por el hielo del lago Ladoga y gracias a un camino de 200 km construido a toda prisa a través del bosque. En ninguna otra parte, la determinación y los sufrimientos de los soviéticos fueron sometidos a una prueba más penosa. [...] los sitiados comen pan amasado con 10% de celulosa, 10% de orujo, 2% de polvo de papel, 2% de polvo de harina, 3% de harina de maíz, 73 % de harina de centeno, y lo acompañan de salchichas a base de un 40% de harina de soja. En diciembre de 1941 hubo que enterrar más de 50.000 cadáveres. Los sitiados quemaban muebles y libros para fundir el hielo y obtener agua."
Henri Michel. La Segunda Guerra Mundial, l, Akal.
La campaña de Rusia, que Hitler había planeado llevar a cabo un año antes, supuso la verdadera generalización del conflicto. El fracaso de sus planes para concluirla en pocos meses llevó al ejército alemán a enfrascarse en una penosa guerra de desgaste, al tiempo que luchaba en dos frentes, algo que sus generales habían intentado evitar.
Stalin, que permaneció en Moscú mientras se producía el ataque alemán, apeló al nacionalismo ruso, instando a salvar a la “Madre Rusia”. Hitler por su parte, dio la consigna a sus oficiales de no respetar la más mínima convención humanitaria. Se trataba de aniquilar no solo a los combatientes, sino también a los civiles. De hecho, fue Rusia el país que más bajas sufrió durante la contienda.

Pero la llegada del invierno detuvo el avance alemán. Las temperaturas descendieron por debajo de los 40 grados bajo cero y, las tropas germanas, preparadas tan solo para una corta campaña, sin el abastecimiento y los uniformes adecuados, comenzaron a resentirse. Fue el momento elegido por Stalin para lanzar su contraofensiva.
"Al atacar a Rusia, el ejército alemán puede compararse adecuadamente a un elefante que atacase a un ejército de hormigas. El elefante matará millares de hormigas, acaso millones; mas, por último, la superioridad numérica le vencerá, y las hormigas le devorarán hasta no dejar de él más que los huesos."
Coronel Berndt von Kleist, 1941, citado en L. L. Snyder: La Guerra (1939-1945), pág. 214.


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