viernes, 25 de enero de 2013

RELATO DEL ASESINATO DEL ARCHIDUQUE HEREDERO Y SU ESPOSA




El asesinato del heredero del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, en Sarajevo en junio de 1914, desestabilizó el precario equilibrio de fuerzas políticas en Europa y estimuló nuevas aventuras y codicias por ganar territorio e influencia.
Austria declaró la guerra a Serbia en represalia por el asesinato. Poco después las cosas se complicaron y empezó la Gran Guerra, la que se decía que iba a ser la “guerra para acabar todas las guerras”, que no hizo más que dar pretextos para nuevas contiendas. En pocos días los cuatro grandes poderes de Europa estaban enfrentados. El uno de agosto, el káiser alemán declaró la guerra a su primo el zar de Rusia. El día tres, Alemania declaró la guerra a Francia, y el cuatro, Gran Bretaña la declaró a su vez a Alemania en respuesta a la agresión germana contra Bélgica. La prensa de la época quedó envuelta en las pasiones nacionalistas del momento. Pero algunos periódicos no dejaron de destacar que aquella locura colectiva no iba a hacer otra cosa que conducir Europa a una enorme catástrofe. Tenían razón.
Todo empezó una soleada mañana de domingo, el 28 de Junio de 1914, cuando el archiduque, que era el sobrino del emperador Francisco José, efectuaba una visita oficial a Sarajevo después de asistir a unas maniobras militares en Bosnia-Herzegovina una antigua provincia turca que había sido anexionada seis años antes por el imperio Austro-Húngaro.
Francisco Fernando de Habsburgo, vestido con uniforme de gala de general de caballería, se dirigía de la estación de tren al edificio del Ayuntamiento de Sarajevo a bordo de un coche descubierto acompañado de su esposa Sofía, duquesa de Hohenberg. Ya temprano por la mañana, el heredero del trono había sido el objeto de un atentado con granadas que fueron arrojadas a su comitiva mientras se dirigía al acto oficial de bienvenida que le habían organizado las autoridades bosnias. La pareja salió ilesa por poco del atentado.
Finalizado el acto, el archiduque y su esposa se dirigieron, también en coche, al hospital militar sin que tomaran precauciones especiales de seguridad en previsión de otro atentado. El conductor de su coche hizo un giro equivocado y cuando quería salir de la calle en la que erróneamente había entrado, la ilustre pareja recibió dos disparos de un asesino que les
había estado esperando. Francisco Fernando recibió una sola bala en el cuello y murió a los pocos minutos. Eran las once y cuarto de la mañana. Un acto de protesta contra la monarquía Austro-Húngara por un grupo de agitadores políticos se había convertido en lo que casi era un magnicidio. El autor de los disparos, un joven de 19 años llamado Gavrilo Princip, a menudo calificado de nacionalista serbio, fue detenido y más tarde condenado a 20 años de cárcel.
La noticia del atentado llegó rápidamente a Viena. A pesar de que el archiduque era poco popular, y en realidad poco conocido en su propio país, los periódicos sacaron inmediatamente ediciones especiales a la calles. En muchos casos eran rudimentarias publicaciones de una sola hoja, impresa por una sola cara, con la noticia de la muerte del heredero de la corona y su esposa explicada inicialmente en un par de párrafos. En Sarajevo, el único diario en lengua alemana, el Bosnische Post, publicó varias ediciones especiales a medida que se iban conociendo los nuevos datos de la tragedia.
Exactamente un mes más tarde, y dando por sentado que Serbia estaba detrás de este
asesinato, el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno Austro-Húngaro envió un telegrama al primer ministro serbio en el que se declaraba la guerra a Serbia en estos términos : (…) “El gobierno Imperial y Real se ve obligado a procurar la salvaguardia de sus derechos e intereses y, con este objetivo, a recurrir a la fuerza de las armas.
Consecuentemente Austria-Hungría se considera a partir de ahora en estado de guerra conSerbia”.
Al día siguiente, el 29 de Julio de 1914, casi al mismo tiempo que la guerra empezaba, la prensa austriaca publicaba, en muchos casos ocupando toda su primera página, un manifiesto del Emperador, titulado “A mis pueblos” en el que Francisco José se refería a las repetidas muestras de "hostilidad, odio e ingratitud" del Reino de Serbia contra su persona y su corona y decía :
“En esta hora grave soy totalmente consciente de todas las consecuencias de mi decisión ante Dios Todopoderoso. Lo he considerado y examinado todo. Con mi conciencia tranquila me dirijo hacia el camino que mi deber me obliga (…) Confío que Dios Todopoderoso
ayudará a mis armas a conseguir la victoria”.




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