Nacionalidad: Italia
Niza 1807 - Caprera 1882
Político
Hijo de un pescador, en su juventud trabajó como marinero enrolado en diversas tripulaciones. En 1834 formó pare del movimiento de la Joven Italia de Mazzini, ganado los galones de capitán en la Marina del Piamonte. En 1843 fracasó en su intento de rebelión en Génova, por lo que, tras ser condenado a muerte, se vio obligado a huir a Sudamérica. Luchó entonces contra Pedro I y, tras pasar a Uruguay, participó en las revueltas contra Oribe, obteniendo el grado de general. Tras volver a Italia, al frente de su Batallón de la Muerte emprendió numerosas batallas a favor de la independencia de los reinos y territorios italianos, ocupados por las potencias extranjeras. Con apoyo francés, intervino en la guerra contra Austria, si bien el cambio de actitud de Napoleón III, apostando súbitamente por la negociación, truncó temporalmente los objetivos de Garibaldi. En las negociaciones de paz, Víctor Manuel II logró de Austria la anexión de Lombardía, tras la que vendrían las de Parma, Módena, Toscana y Romaña, al solicitar sus gobiernos provisionales su unión al Piamonte.
El siguiente objetivo de Garibaldi fue entonces lograr la liberación del reino de las Dos Sicilias, en el que Francisco II de Nápoles ejercía una monarquía absoluta. Las constantes revueltas producidas fueron el caldo de cultivo para la expedición de los Mil Camisas Rojas, auspiciada por Cavour. Al frente de su tropa, Garibaldi arribó a Palermo, donde fue recibido con entusiasmo por los rebeldes. Participó entonces en la supresión de la resistencia, dirigiendo más tarde sus tropas hacia Nápoles. Ante esto, obligó a Francisco II a huir y refugiarse en los Estados Pontificios, instaurando en Nápoles una república regida por un gobierno provisional. Ambicionando una Italia unida bajo un solo gobierno radicado en Roma, concibió la idea de marchar sobre los Estados Pontificios, defendidos por tropas francesas. Sin embargo, Víctor Manuel y Cavour, temerosos de perder lo logrado ante una radicalización del conflicto, maniobraron para detener el avance de Garibaldi. Así, las tropas piamontesas tomaron las Marcas y la Umbría, logrando evitar la entrada de Garibaldi en Roma -quien renunció a su objetivo- y su enfrentamiento con los franceses que la custodiaban.
El incidente no supuso un enfrentamiento entre el rey del Piamonte y Garibaldi; antes al contrario, el revolucionario reconoció a Víctor Manuel como rey de Italia en una entrevista realizada el 26 de octubre de 1860. El gesto supuso una moderación por parte de los seguidores de Garibaldi, si bien su líder, a pesar de la sintonía con el monarca, mantuvo aun algunas posturas radicales como su anticlericalismo y su enfrentamiento con el Papado, que consideraba un obstáculo para la unificación de Italia.
Así, en dos ocasiones intentó entrar en Roma (1862 y 1867), siendo ambas detenido y debiendo retirarse a la isla de Caprera. En su retiro, se dedicó a la escritura de relatos de aventuras y de sus memorias.
La conquista de Roma, su gran deseo, no pudo realizarlo personalmente. En 1870 combatía en Francia contra los prusianos cuando conoció la noticia de la invasión. La desaparición de su último objetivo dejó a Garibaldi en una precaria situación. Si durante su vida se había dedicado a luchar en nombre de la libertad y de una Italia unida, ahora que sus objetivos estaban cumplidos se encontraba huérfano de un proyecto vital que cumplimentar. Además, quedaba en una precaria situación económica, debiendo ser sostenido por su familia. Su hostilidad hacia el gobierno le hizo rechazar la pensión que le fue concedida, si bien algo más tarde (1874) accedió a un escaño de diputado. Su entrada en el Congreso fue triunfal, obteniendo el reconocimiento de la Cámara y del monarca. Su figura había traspasado las fronteras de lo humano para convertirlo en una leyenda, un personaje mítico objeto de novelas, poemas y obras biográficas.
Los últimos años de su vida los consumió redactando sus memorias y relatando sus vivencias a quienes acudían a visitarle. En 1882, anciano y cansado, falleció en un caluroso mes de julio.
El siguiente objetivo de Garibaldi fue entonces lograr la liberación del reino de las Dos Sicilias, en el que Francisco II de Nápoles ejercía una monarquía absoluta. Las constantes revueltas producidas fueron el caldo de cultivo para la expedición de los Mil Camisas Rojas, auspiciada por Cavour. Al frente de su tropa, Garibaldi arribó a Palermo, donde fue recibido con entusiasmo por los rebeldes. Participó entonces en la supresión de la resistencia, dirigiendo más tarde sus tropas hacia Nápoles. Ante esto, obligó a Francisco II a huir y refugiarse en los Estados Pontificios, instaurando en Nápoles una república regida por un gobierno provisional. Ambicionando una Italia unida bajo un solo gobierno radicado en Roma, concibió la idea de marchar sobre los Estados Pontificios, defendidos por tropas francesas. Sin embargo, Víctor Manuel y Cavour, temerosos de perder lo logrado ante una radicalización del conflicto, maniobraron para detener el avance de Garibaldi. Así, las tropas piamontesas tomaron las Marcas y la Umbría, logrando evitar la entrada de Garibaldi en Roma -quien renunció a su objetivo- y su enfrentamiento con los franceses que la custodiaban.
El incidente no supuso un enfrentamiento entre el rey del Piamonte y Garibaldi; antes al contrario, el revolucionario reconoció a Víctor Manuel como rey de Italia en una entrevista realizada el 26 de octubre de 1860. El gesto supuso una moderación por parte de los seguidores de Garibaldi, si bien su líder, a pesar de la sintonía con el monarca, mantuvo aun algunas posturas radicales como su anticlericalismo y su enfrentamiento con el Papado, que consideraba un obstáculo para la unificación de Italia.
Así, en dos ocasiones intentó entrar en Roma (1862 y 1867), siendo ambas detenido y debiendo retirarse a la isla de Caprera. En su retiro, se dedicó a la escritura de relatos de aventuras y de sus memorias.
La conquista de Roma, su gran deseo, no pudo realizarlo personalmente. En 1870 combatía en Francia contra los prusianos cuando conoció la noticia de la invasión. La desaparición de su último objetivo dejó a Garibaldi en una precaria situación. Si durante su vida se había dedicado a luchar en nombre de la libertad y de una Italia unida, ahora que sus objetivos estaban cumplidos se encontraba huérfano de un proyecto vital que cumplimentar. Además, quedaba en una precaria situación económica, debiendo ser sostenido por su familia. Su hostilidad hacia el gobierno le hizo rechazar la pensión que le fue concedida, si bien algo más tarde (1874) accedió a un escaño de diputado. Su entrada en el Congreso fue triunfal, obteniendo el reconocimiento de la Cámara y del monarca. Su figura había traspasado las fronteras de lo humano para convertirlo en una leyenda, un personaje mítico objeto de novelas, poemas y obras biográficas.
Los últimos años de su vida los consumió redactando sus memorias y relatando sus vivencias a quienes acudían a visitarle. En 1882, anciano y cansado, falleció en un caluroso mes de julio.
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